miércoles, 17 de noviembre de 2010

Día XXIX

Son las cinco de la tarde cuando comienzo a escribir el Blog, en este miércoles diecisiete de noviembre. Acabo de despertar de una buena siesta, pero ahora mismo casi me encuentro más cansado que antes de dormirla; es curioso. De todas formas es algo que me ocurre siempre y por eso sé que está sensación irá desapareciendo. Al final mi cuerpo agradecerá esta hora larga de descanso que ha tenido.

Fuera está lloviendo de lo lindo. Ya os comentaba ayer que por delante nos venía una semana plagada de agua y sin que sirva de precedente, parece que los pronósticos han acertado en esta ocasión. Lo peor quizás sea la bajada de temperatura. Habrá que abrigarse bien mañana para ir al hospital, no vayamos a pillar un catarro.

Esta noche fue un poco distinta a las anteriores. Dormí del tirón hasta pasadas las tres y luego no desperté de nuevo hasta las cinco. Esperaba volver a tener fiebre como me había ocurrido el lunes y el martes, pero para mi sorpresa me encontraba perfectamente. Me volvía a dormir feliz por lo que parecía una mejoría en mis condiciones, pero al despertar a las siete me encontré una vez más con que la temperatura me estaba subiendo. Aguanté hasta las ocho antes de levantarme a desayunar y tomar la medicación y me volví a la cama para ver si simplemente con los corticoides en una hora o dos a lo sumo, la fiebre podría desaparecer. No fue así, de modo que las diez tenía casi 38. Aun así no me encontraba del todo mal; supongo que he creado hasta una pequeña tolerancia a la fiebre. Decidí recurrir entonces a mi fiel paracetamol que en apenas una hora ya había cumplido la mitad de su cometido. A las doce la fiebre había desaparecido por completo. Y a las tres, con los corticoides trabajando a pleno ritmo, mi temperatura apenas superaba los 36 grados. Si se repite lo de todos estos últimos días lo normal será que no vuelva tener fiebre hasta esta madrugada, lo que me da un respiro para hacer cosas con relativa normalidad durante el día. De hecho esta misma mañana antes de comer volví a caminar mi tanda de media hora por casa. Esta tarde después de la merienda trataré de repetirla. Si al final ingreso este domingo quiero llegar dentro de mis posibilidades lo más en forma posible, porque luego serán unos cuantos días sin apenas moverme. No es fácil hacerlo cuando estás conectado a un gotero veinticuatro horas al día y con cantidad de bolsas al mismo tiempo. Y tampoco hay mucho espacio por donde caminar.

Hoy por la mañana estuve hablando con mi doctora de la Unidad de Trasplante. Tenía que preguntarle por la posibilidad de que mi hermano pudiera vacunarse contra la gripe como el resto de mi familia, y si no había inconveniente para ello de cara al futuro trasplante. Me comentó que por supuesto no había ningún problema, ya que además no parece probable que el trasplante vaya a ser algo que acometamos a corto plazo. Me preguntó qué tal estaba y me dio muchos ánimos de cara a este segundo ciclo que está convencida pasaré con la misma solvencia con la que he superado el primero. Bueno, ojalá tenga razón, aunque lo verdaderamente importante no es ya tanto que las molestias sean las menos posibles, que por supuesto se agradece, sino que la quimioterapia cumpla con su cometido.

Para este segundo ciclo la combinación de medicamentos no será la misma que utilizaron en el primero. En este tipo de tratamientos de segunda línea, lo que hacen es alternar buscando que esa variación pueda resultar aún más efectiva que si utilizaran siempre la misma combinación. En realidad tampoco hay garantías de que lo que emplearon la primera vez no fuera más efectivo de lo que ahora van a aplicarme, pero tampoco las hay a la inversa. En fin, que son protocolos que se siguen en todos los pacientes y no hay que darle más vueltas. Si es así es porque se ha demostrado que es la mejor solución en la mayoría de los casos. Luego, en un hipotético tercer ciclo, volveríamos a los medicamentos ya utilizados en el primer ciclo. Creo que funciona más o menos así el tema.

Aparte de la fiebre matutina el resto del día me he encontrado muy bien, sin molestias de ningún tipo. He comido un buen plato de lentejas, con una hamburguesa de carne con su guarnición de cebolla y verduras como segundo plato. De postre, como casi todos los días, he dado cuenta de un buen cuenco de fruta cocida. Creo que estas comidas van a ser lo que más echaré en falta cuando esté ingresado. Tendré que pensar en llevar conmigo como la última vez algún “suplemento” de contrabando. Una posibilidad pueden ser esos polvorones de los que os hablaba ayer, por ejemplo. Espero que este Blog no lo lean mis médicos, no vayan a cachearme luego al entrar en la habitación.

Estaba ahora viendo en la tele a través del canal de la Nacional Geografic un documental sobre el Triángulo de las Bermudas y me acordaba de cómo me gustaba –y en realidad veo que me sigue gustando- todo lo relacionado con lo desconocido o inexplicable. Yo creo que cuando tenía unos trece o catorce años me apasionaba ya todo lo relacionado con los OVNIs, los fantasmas, o con cualquier cosa para la que no hubiera explicación lógica aparente. Esos temas producían en mí una doble sensación mezcla de miedo hacia aquellos fenómenos paranormales pero también de emoción y curiosidad. Recuerdo que llegué a coleccionar una enciclopedia –de cuando uno las iba comprando a fascículos- sobre todo aquello. La dirigía un tal Jiménez del Oso. ¿Os suena? Seguro que sí, a quién no. Ya veis lo friqui que puedo llegar a ser para algunas cosas. No os resultará por tanto raro el que os confiese que ExpedienteX fue para mí algo así como una serie de culto, aunque también reconozco que dejé de verla en las últimas temporadas porque aquello ya no tenía ni pies ni cabeza y se había transformado casi en un culebrón.

Lo de coleccionar y coleccionar libros y DVDs –primero cintas de VHS- ha sido otro de mis vicios de siempre. Si no lo hago más no es por falta de ganas, sino por una simple cuestión de espacio. A veces pienso que podría sacar un buen pellizco por alguna de ellas en Ebay, pero rápidamente desecho la idea. Les tengo demasiado cariño, y eso que tengo algunos libros o películas todavía envueltos en su plástico original. Puede que sufra una extraña variante del síndrome de Diógenes, que me lleva a acumular cosas sin sentido. En cualquier caso no deja de ser una "dolencia" de lo más entretenida y divertida, al menos para mí. Quizás mis padres y mi mujer tengan otra opinión al respecto.

Bueno, mañana a ver si no se nos hace muy pesada la estancia por el hospital. Espero que todo vaya más rápido que la última vez y que por supuesto, siga todo más o menos igual. Y es que a estas alturas no espero mejorías milagrosas por lo que me conformo simplemente con que no haya tampoco un empeoramiento en mis parámetros sanguíneos y condiciones generales. Como siempre os mantendré informados. Un fuerte abrazo… “y mañana más”.

2 comentarios:

  1. Hola Fili: Desconocía esa afición tuya a los OVNIs, fantasmas y demás... Igual lo que te pasa es que estás poseído por un alienígena,je, je. Espero que no aparezca la fiebre, y sobre todo, que tu estancia mañana en el hospital sea llevadera. Sigue comiendo como lo estás haciendo, y la semana que viene que Moo te lleve de contrabando al hospital unes fabes o un poco de pasta, para suplir al rancho hospitalario. HONOR Y FUERZA.

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  2. Pues veo que sigues siendo el mismo friki de siempre jajaajajaja. Te recuerdo (que no te acordarás por supuesto), que durante varios cursos, te tomabas cada día, al recreo un chicle de clorofila. Y todos los días dejabas el papelito del chicle Cheiw de clorofila encima de MI MESA. Con el único propósito de mosquearme. Cada día. Pues para que lo sepas te lo cuento... los he guardado todos. Mi idea inicial era dejártelos encima de tu mesa el día que dejaras de hacer esto. Pero luego cambiamos de curso, ya no compartíamos tantas asignaturas, y se me pasó... Un día ordenando mis cosas, pasados los años, me encuentro una colección de unos 100 papelitos de clorofila en la caja de recuerdos de esa época, junto con otras cosas como pegatinas del cole, programas de las fiestas colegiales, y cosas similares...
    Qué pena no haberte empapelado con los papelitos de chicle a tiempo jajajajajajjaja. Bueno quién nos iba a decir que lo recordaría hoy. Eso si que era un expediente X, el papelito de clorofila diario en la esquina derecha de mi pupitre. Maldita sea otra vez lo ha hecho y no se cuándo!!!!!!! :)

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